Pensando que debería usar mejor el tiempo en vez de estar mamando gallo y aprovechando que hay un problema de una tal fibra óptica, decido que lo mejor es escribir. Y como todavía me estoy mentalizándome de que hay que trabajar, mejor escribo de mis vacaciones
En fin, tocó en resumen.
Nueva York
El día que partimos fue un sábado. El avión salía a las 11 de la noche y yo ya venía con un estrés inmigratorio desde hacía 48 horas. Viajar afuera me estresa bastante. Eldorado apesta como Aeropuerto, pude confirmarlo más de una vez. Y como siempre que uno viaja al extranjero, lo tratan como si uno fuera Osama Bin Laden o Pablo Escobar. En Avianca nos separan, nos hacen preguntas. Gracias a Dios somos clase Ejecutiva (modestia apártate) y salimos pronto. Pronto, para hacer otra tremenda cola y sin aire acondicionado. Yo ya llevaba mi ropa de invierno debajo y Dios, hacía calor…
Después de la super-fila de inmigración, hay otras dos filas más de los polis y al fin llegamos a la sala VIP. Había unos buenos sillones donde dormimos un rato. Hasta que al fin a abordar. Avión de dos pasillos. No veía esto desde antaño. Primera pregunta de la azafata: ¿Desea champaña?.
El día siguiente planeaba dedicarlo al Metropolitano. El lunes tomamos el metro, que era tal cual las películas: bien sucio y frío, decorativamente hablando, porque antes hacía bastante calor adentro. Llegamos al museo Metropolitano con la bonita sorpresa de que el Lunes es cuando descansan. Nos decidimos a cruzar el Central Park hacia el museo de Historia Natural. Perdida de por medio (eso sí que es un Parque), llegamos al Museo, donde nos recibe un brontosaurio cuya cabeza casi llegaba a la bóveda. Me quitó el aliento imaginarme un animal tan TAN grande. El museo es espectacular y vale la pena llevarse otro par de pies, pues con uno solo no alcanza. Las reproducciones de los animales son espectaculares y la sala de dinosaurios es para botar la baba. Como buen museo gringo tiene sendas tiendas de recuerdos, dónde como siempre, compro el souvenir más barato: lápices. La comida del museo es buena, talvez cara, pero buena.
Y definitivamente, vale mucho la pena y se paga con gusto. Ese día no hicimos más porque nos podían recoger con cucharita. Llenamos la bañera con agua tibia y metimos nuestros pies para aliviarlos. Al día siguiente decidimos caminar por el distrito financiero, el ground zero y hacer un paseo ‘suave’ para llegar al Metropolitano con todos lo fierros. Eso fue una brutal mentira, porque caminamos más que nunca y los pobres pies sufriendo. Pero igual caminar por la ciudad es bastante bueno y vale la pena. Las edificaciones son hermosas y no podía dejar de pensar en Duro de Matar 3 o en El abogado del Diablo…
En fin… El Ground Zero, o el antiguo World Trade Center me pareció más pequeño de lo que imaginé. Todos los edificios se veían muy cerca. Me costó un poco entender que en este sitio se había muerto tanta gente. Un poco sobrecogedor cuando se piensa. Toda el área esta rodeada de una reja y hay una estación del metro en el lugar. Los nombre de las personas muertas están en un tablero y había fotos que recordaban esos momentos. En los alrededores vendían fotos con las torres en su esplendor. Y mucha gente en el mismo plan que yo: turista. También quedará como el día que vi con mis ojitos el Empire State, digamos que en ese momento uno ya se convence que esta en Nueva York. Finalmente llegamos al Miércoles, día que iba a ser maratónico y dónde mis fuerzas prácticamente me abandonaron al final. Llegamos al Museo Metropolitano y palabras más, palabras menos es espantosamente grande y espantosamente bueno. Tocaba ir viendo todo someramente para abarcar más. Aún así no lo vi todo. Todo mi ki se concentró en las salas impresionistas que eran a lo que yo iba y se pagó sola, porque la primera que se quemó en mi cerebro fue uno de los estudios de Monet de la catedral de Rouen para seguir con más y más. Yo me sentía como Homero en el país de chocolate. Podía acercarme tanto que era embriagador verlo ahí. Tan lindo. Tan original. Tan robable. Bueno, el caso es que pude ver Monet, Renoir, Gaugin, Seurat, Pisarro, Degas, Cezanne, Manet y uno de los que más me impresionó: Van Gogh. Personalmente, me gusta Van Gogh, pero me gustó más cuando lo vi de cerca, porque solo viendo el trazo, el tipo me pareció un genio. Era muy hermoso. Espero que Van Gogh sepa que es de los mejores pagados hoy en día. Me llamo mucho la atención otra exposición llamada ‘Americanos en Paris’, la cual se concentraba en pintura impresionista o de finales del siglo XIX de autores norteamericanos. Conocía algo de Childe Hassam, por una agenda que me regaló Erick y me encantó. Luego, verlo en vivo es mucho mejor. En general la muestra era bastante buena y conocí otros autores desconocidos. Después para rematar con broche de oro quise ir al ala japonesa, con tan mala suerte que estaba cerrada y casi lloro. El guía para consolarme me dijo que podía ver la china. Y casi me dio ganas de mirarlo con mi mirada de Chino-no-es-lo-mismo-que-japonés, que es muy buena, pero bueno, estaba de buenas pulgas ese día y me resigné a ver la china, donde como cosa relevante, encontré una estatua budista con un parecido bárbaro a Bush padre. Después del Museo había que ir al Rockefeller center, pues ahí estaba lo que mi hermano definió como ‘Tierra Santa’, o sea el Nintendo World Nueva York. Llegamos y me pareció más pequeño de cómo se ve en cine. Shakira de fondo con ‘Hips don´t lie’. Estaban preparando el super-árbol de Navidad. Y en el medio, el ángel, el famoso ángel. Cómo había que ir donde un familiar de Erick en New Jersey, tocó acelerar la cosa. La tienda no la pude apreciar mucho porque estaba apurada, pero había chucherías para cualquier Nintendo maníaco y aproveche y compre cosas para mi hermano. Camino a la estación del Metro, caímos por sorpresa en Times Square. Bonito. Al llegar al metro yo no podía más. Simplemente no podía más del dolor, no podía dar un paso más y comencé a llorar de la ansiedad. Sentada en el puerco banco del metro recogí mis fuerzas hechas pedazos para concentrarlas en mis pies y coger el maldito metro y llegar a Port Authority a coger el bus que nos dejaba donde la familia de Erick. New Jersey no me impresionó. Me pareció gris, sucio y fantasmagórico. Deprimente es la palabra. La pariente de Erick, colombiana, con mucho tiempo de haberse radicado en Estados Unidos, nos preparó una cena muy casera. Muy rico, pero con tan jodida suerte que he empezado a sentir aquellos retorcijones. Y de los muy malos. De los Malos-Malos. Yo quería volar a Queens. Y de solo pensar en todo lo que faltaba para volver me dio algo. No podía caminar y ahora esto. Bueno, toco salir de ahí y juntar más fuerzas de dónde no tenía para controlar el resto. Como pueden suponer tumbe la puerta cuando llegue solo viendo el baño como meta. La verdad estaba muy, muy, muy asustada pues me recordó los dos episodios espantosos pegada al trono y que no quería que me diera en NY. Recé como nunca y gracias a Dios paró. Hasta el momento sospecho que en la descompensación alimentaria de mi estómago, una comida buena después de una dieta a base de McDonalds, Starbucks y Subways hizo que mi sistema se alterará. El último día de paseo en NY fue para ver ligeramente todo lo que nos faltó. Ese día me dije que no iba a llevarme chaqueta ya que el clima había estado agradable (craso error). Llegamos a la estación del World Trade Center y caminamos hasta la costa desde donde se podía ver entre la niebla
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