Friday, October 27, 2006

A lo Tony Bourdain (Weekly Review)

El día de ayer decidí dejar mis objeciones sobre la comida paisa a un lado y darle un chance. Mi novio me dijo: ‘Vamos a comer un perro en Donde Juancho’ y de repente mi mente evocó aquellos deliciosos perros hawaianos que uno puede comer en cualquier chuzo respetable de Barranquilla. Bueno, este resultó ser también un chuzo, con la misma presencia que los demás chuzos de perro de Barranquilla, pero hasta ahí llega la vaina. La música que sonaba era esta música que tanto les gusta acá y creo que le dicen Guasca y que comparada con el vallenato, EL VALLENATO ES CASI MUSICA DE DIOSES. La música es casi como para cortarse las venas mientras tomas una copa con raticida diluido. Verdaderamente depresivas. Las que no son depresivas son la cosa más plebe PLEBE del planeta tierra. Bueno en fin, la comida, otro día hablo de la Guasca (y pa completar el nombre…guasca…guac…). El restaurante, digo, el chuzo en cuestión solo presenta dos variedades de perro: el sencillo y el especial; y dos tamaños sencillo y grande. El sencillo, pues es lo mismo que un perro milky. Yo me decidí por el especial para hacer mi experiencia a lo Tony Bourdain, de probar lo mejor que cada chuzo tiene para ofrecer. El especial constaba de salsas, queso, papa, cebolla, guacamole y huevo de codorniz (¿?). Suena raro, pero como dije, ayer estaba dispuesta a la experimentación. Bueno, para comenzar, el perro caliente estaba frío. Frío. Frío como un sanduche. Frío como una comida saludable <carajo>. Ninguno de los mencionados ingredientes era fácilmente reconocible, a excepción del huevo de codorniz. El sabor era como el de todas las comidas de acá: normal tirando a mediocre. Como sea, tenía un hambre y me comí toda esa vaina, porque ajá, comida es comida. Es que definitivamente en el departamento de Comida Rápida, en Barranquilla estamos bien lejos en comparación. Nada como los desgranados de pollo con bollo o el perro Mazinger, que de solo verlo comer a alguien me llenó. Gastronómicamente hablando, me parece que acá son menos amigos del sabor que en Barranquilla. Comenzando con la consabida arepa que la dan hasta con la cajita feliz de Mc Donalds, pasando por los frijoles y la afición por la leche en el almuerzo. Ahora, el amplio panorama es así, pero debo rescatar del bote a San Carbón, restaurante de asados, que son por cierto MUY MUY BUENOS. Recomiendo mi plato usual: Cheíto. No sé porque me suena el nombre barranquillero. Debe ser la nostalgia. Otra cosa que ha sido deliciosa son las ensaladas de frutas que se consiguen acá, en especial la de la Frutera al frente del hotel Intercontinental. Lo único que si me parece rarísimo es que acá le echan queso a las ensaladas de fruta y eso no sé, pero me parece RARO, por lo tanto no lo he probado así. Acompañen la ensalada con empanaditas y palitos de queso que es como acá le dicen a los deditos. Por cierto, acá los deditos se acompañan con mermelada de mora. Curioso. Las cazuelas de frijoles también son muy buenas (ir a Cazuelitas) pero hay que evitar comerlas mucho pues los frijoles con todo lo que le echan acá, son una bomba.

Seguiré probando platos de por acá en mi afán investigativo.