Friday, February 02, 2007

Washington – La capital del imperio


Volviendo sobre mis pasos, pues hace días no escribo. El año nuevo comenzó, pero la verdad no siento que nada haya cambiado. Life goes on…

En fin, continuando con mis crónicas de viaje, vamos de vuelta a dónde deje esto: Yendo a Washington. Por alguna extraña razón decidimos hacer el viaje en bus (prácticamente por el precio lo hubiéramos podido hacerlo por avión). Bueno no importa, teníamos que volver a Nueva York y volviendo vi una de las vistas mas lindas: las siluetas de los rascacielos en un atardecer. De película.

Mi novio me cuenta que los viajes en bus por Estados Unidos resultaron mucho más placenteros que los viajes por Europa en bus, pero eso no quiere decir que no sean bárbaros. Los buses son tan cómodos como los que uno encuentra acá para esas distancias y los baños de los buses son peores que los acá (eso me contó Erick, que cayó ante al llamado de la naturaleza y tuvo que ir al baño del bus).

Llegamos a la ciudad comenzando la noche, creo que a las 8 u 9 PM. La primera impresión fue bastante mala, pues parecía todo un pueblo fantasma: Racoon City o Silent Hill. Mala vibra. Es la parte urbana de Washington y me pareció sumamente triste y fea. Al bajarnos a la estación (como cualquier estación de Brasilia o Copetran), nos invadió un fuerte sentimiento de decepción, porque hasta ahora la cosa iba nada-que-ver. El taxi nos llevó al hotel bastante rápido y bastante rápido la cosa cambia, porque uno entra en el Washington de las pelis, Mulder y Scully, Bushie, etc. La ciudad tiene un aire francés, que no es gratis, pues el arquitecto que la diseñó fue francés. El Hotel donde nos quedamos también fue muy chévere y en vista de la montaña de ropa sucia que teníamos, aprovechamos a lavar en el lavamanos y la bañera (como buen turista). Al día siguiente y con el frío (el Frío) de la mañana procedimos a buscar desayuno y ya con la panza llena, caminamos por los alrededores, los cuales son muy bonitos. Cómo Bushie era un vecino cercano, nuestra primera visita fue a la Casa Blanca y obvio, tomar senda foto. La casa me pareció pequeñita y sencilla, había solo una patrulla y un cambuche al frente (en un parquecito) dónde vive una señora que hace 20 años esta ahí pidiendo la paz. Seguimos caminando hacia el National Mall, dónde esta todo lo importante y llegamos al Obelisco. Desde ahí se tiene una bonita vista de varios monumentos y edificios importantes. La entrada era gratis, pero había que pedirla en otro lado. Es sumamente limpio. En este punto recuerdo haber pensado que jamás había sentido tanto frío en mi vida. Los dientes me dolían un poco cuando sonreía. Lo mejor del caso es que había buen sol y cielo azul. Ese día visitamos el museo Smithsoniano de la naturaleza, que es GRATIS (Gratis!!!) y que es espectacular. La parte que más me gustó (y por lo visto a todo el mundo, por la cantidad de gente en la sala) fue la de las piedras preciosas. El rey de la colección es el diamante Hope, que para los ignorantes como yo, es el del Titanic (recuerdan a Kate Winslet desnuda con el collar? Ese collar). El diamante es del tamaño de un pepa de durazno grande y de solo verlo uno se deslumbra. Eso era el abrebocas, porque adentro había las joyas más espectaculares que haya visto y en tal cantidad y variedad que me dejaron absorta. Nunca desee tanto un collar de diamantes . De las cosas que más me gustaron era una bola de cuarzo, del tamaño de una bola de básquetbol, totalmente pulida, una esfera perfecta. El día siguiente era el día antes al Thanksgiving y el periódico llega con tal cantidad de suplementos con las rebajas que nos quedamos leyendo por unas horas. Ese día aprovechamos para ir al museo Smithsoniano del aire y el espacio. Lo que más me impresionó fue un misil atómico ruso que era tan grande y tan amenazante que no podía dejar de mirarlo y sentir un miedo extraño y profundo. Del resto, como buen turista, la fotico con el modulo lunar, el avión de los Wright, la compra de recuerdos, etc. De salida del museo, estaba lloviendo y tuvimos que coger taxi (yo hubiera caminado, pero hacia un frío tan, tan feo y los pies los teníamos tan molidos que no nos apuntamos a la caminata de regreso). El taxi se demoró lo que se demora uno ir de Buenavista al Éxito y costo US$10. Casi me da un paro cardíaco. Esa noche teníamos planeado hacer un tour nocturno por la ciudad, lo cual fue una de las peores elecciones hechas en la vida. La vaina comenzó mal: una lluvia a cántaros, con brisa. Brisa helada. Éramos los únicos dos así que íbamos en una van como la de los Magníficos. El guía era un gringo como medio hippie porque tenía muchos accesorios indios. Primero con esa lluvia, no veíamos un carajo. Pero bueno, las explicaciones estaban buenas y la cosa iba decente. Luego nos bajamos a la Casa Blanca en la noche. Mi sombrilla nueva se daño y lo que yo esperaba como ‘Oh, la Casa Blanca de noche se verá espectacular’ fue un ‘Mierda, con este cule de frío venir a ver esta vaina que tiene peor iluminación nocturna que mi edificio’. La cosa de ahí fue en picada, porque la iluminación de la ciudad en la noche es una mierda. Las bajadas a conocer los monumentos eran una tortura. Nos bajamos al de Lincoln y, maldita suerte, había un tremendo charco con el cual Erick y yo terminamos con medias empapadas y pies entumecidos. Pero no importa!! El sablazo de tomar el tour nos obligaba ha hacer el esfuerzo. Luego fuimos al de Jefferson. Esto es un círculo de columnas y por todos lados entraba lluvia y viento. Finalmente lo demás lo hicimos desde la van, porque ya no dábamos. Sólo me baje para ver Iwo Jima porque tenía que verlo. Que fiasco. A Erick le dio una gripa que solo hasta ahora se le está mejorando. Como no vimos nada bien en la noche, decidimos repasar el National Mall en la mañana. Visitamos los Memorials de Vietnam, II Guerra Mundial y Corea. Me gusto el de Corea, era como unos soldados caminando, en tamaño real. Repasamos también el monumento a Lincoln que siempre me hace pensar en la última escena del Planeta de los Simios. También pasamos por la piscina reflectiva, o el monumento a Forrest, como se quedó para mí. Y pues no soy la única en pensar ‘Forresttttttttt’ porque también habían unas gringas diciéndolo y nos morimos de la risa ellas y yo al estar haciendo exactamente la misma relación. Por cierto, la piscina es un cagadero de patos. Como ese era el día del Thanksgivig bajamos al restaurante del hotel a darnos una buena comidita. Yo comí pavo, pero no fue nada del otro mundo. Al día siguiente íbamos a las rebajas de Macy’s y teníamos que madrugar. A las 6 a.m estábamos en desayunando en un MacDonalds que a esa hora estaba lleno de mendigos (sino me equivoco, en Washington hay mucha pobreza) y salir a las 7 al Macy’s. Eso es un paraíso comprístico y da dolor no tener más plata, pero bueno, vamos a lo que vamos y era a comprar maletas. Ya ese día partíamos a Miami, y después del último taxi, me despedí de Washington con un bonito día y una vista del Pentágono desde el avión.

ACTUALIZACION: A petición te Erick, aclaro que el baño del bus era aún mucho peor de lo ya descrito (tipo letrina) y que el llamado de la naturaleza, tuvo que esperar debido al repugnante estado del WC.